Creo que no hay un cojutepecano, que siendo adolescente no haya ayuda a su madre a cargar una cesta o bolsa de comprados en el mercado. Nuestro mercado es una poderosa plaza de ventas de todo tipo de cosas y cuya funcionalidad nunca descansa. Además de ser un núcleo que se ha expandido exponencialmente, ese crecimiento hace considerar que la mayor fuerza de trabajo dentro de la ciudad la representa el comercio informal. El Mercado Municipal de Cojute, a través del tiempo ha sufrido modificaciones, pues hasta principios de la década del 2000, se encontraba distribuido en todo el centro de la ciudad; los que recordamos esa época, el enorme Mercado se componía de dos grandes plazas, la principal conocida llanamente como “El Mercado”, el cual se extendía desde dos cuadras céntricas de la avenida Raúl Contreras que iniciaba frente al Banco Agrícola, hasta arriba de lo que ahora son las oficinas de Telecom antes ANTEL; Dicho centro de comercio se distribuía en la calles y avenidas adyacentes. Luego se encontraba la conocida “Plaza San José”, cuya extensión se encontraba en la céntrica segunda avenida sur, la cual comienza desde la entrada de la Iglesia San José, atravesando toda la ciudad. Desde el parque central, se podía observar una colorida distribución de toldos y champas sobre la mencionada avenida; esa plaza también se distribuía ampliamente en calles y avenidas adyacentes. Es bueno mencionar que aún se conservan fotos y hasta cuadros artísticos que recuerdan esos momentos de nuestro Cojute. Esos dos poderosos centros de comercio fueron removidos por diversos motivos que no viene al caso mencionar. Lo cierto es que la gran población de vendedores que conformaron ambas plazas, fueron reubicadas en lo que antiguamente se le consideraba uno de los centros de compra y venta de ganado más importante de la zona paracentral; ese lugar era conocido como “El Tiangue”. Realmente para los viejos cojutepecanos, “El Tiangue” no es recordado por la venta y compra de ganado, sino, porque en la extendida planada que había en el lugar, se había constituido una cancha polvosa, la cual es recordada melancólicamente, pues ahí se desarrollaban importantes torneos de fútbol.
“El Tiangue”, como sigue siendo conocido el lugar,
ahora es un fuerte centro de comercio, en donde sin temor a equivocarme
se encuentran las mejores pupusas y comidas de todo tipo. Adentro el visitante
encuentra ropa, zapatos, utensilios de todo tipo, medicina etcétera. Su enorme
movimiento de mercadería es trasladada en su interior por los vigorosos “Bulteros
y Mecapaleros”, los proveedores provienen de distintos países como: Honduras y
Guatemala, y pueblos cercanos como Santa Cruz Michapa, suchitoto, Candelaria,
San Rafael Cedros etcétera. “El tiangue” en su interior tiene sus puntos de
referencia para no perderse y estos por lo general son conocidos
como: la Alcaldillita, La Ceiba, El Palo de Fuego, El Puesto Policial,
etcétera. En su interior también encontramos vendedoras pioneras del desarrollo
en cojutepeque que, aún se encuentran desarrollando sus actividades de venta
informal de productos.
Hoy en día el centro de Cojutepeque, no deja de
tener una enorme población de vendedores ambulantes que están ahí, por la
búsqueda diaria del sustento familiar. Las autoridades municipales en lugar de
dar una solución inteligente a su existencia, les han respondido con represión,
desprecio y decomiso de sus mercaderías. A pesar que, aquellos que ordenan los
violentos desalojos, se han detenido en más de una ocasión a comprar sus
productos. Y esos mismos personajes no les ha temblado la mano, para firmar
convenios en donde han entregado a
empresas privadas espacios públicos, de
lugares que pudieron haber sido habilitados, para que estos vendedores ejerzan
libremente sus actividades. Hoy en dia y despues de haber elegido nuevas
autoridades, en la últimas elecciones municipales, el desorden y descuido al
interior de la ciudad continua, tal como si estuvieran administrando, los
antiguos representantes municipales. Ante esta realidad, solo la acción ciudadana
puede hacer la diferencia, exigiendo el cumplimiento de la Ley Municipal, para
que los autoridades administren tal como se les ordena y no ostenten sus
funciones como privilegios.
Volviendo al antiguo Mercado, cuando el tumulto de
gente entre vendedores y compradores de todo tipo, se agolpaba en la
avenida Raúl Contreras. Recuerdo, un lugar especial que visitamos con mi madre
mientras ella hacia los comprados y yo cargaba la cesta. Ese lugar era la
humilde venta de refresco de Doña Chagûita; su refresco de cebada era una
maravillosa bebida. Que diera por estar ahí nuevamente junto a mi madre.
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