domingo, 13 de mayo de 2018

El parque central de Cojutepeque y la premonición de Rafael Cabrera. Por Sergio A. Flores



Rafael Cabrera, del cual no se conserva ningún retrato, fue un poeta cojutepecano que nació en 1860. Es muy probable que a este peculiar cojutepecano, jamás se le cruzó por la mente que, el parque central de la ciudad, llevaría su nombre, como un homenaje póstumo a su gran aporte intelectual. Se sabe que, cuando era muy joven viajó a estudiar a Guatemala, país en donde muere a los veinticinco años, de una grave enfermedad. Además se conoce que antes de partir hacia aquel país, mantenía un noviazgo muy apasionado con la también poeta Ana dolores Arias.
Rafael Cabrera es considerado un maestro del verso y de la vehemencia romántica, cada una de sus estrofas está impregnada de nostalgia y pasión. Lastimosamente su obra poética no fue recogida en un libro, y fue hasta años después que se lograron recuperar algunos de sus poemas, los cuales fueron publicados de manera dispersa en periódicos de la época. La versificación de Cabrera es una dosis refrescante de buen dominio de la imaginación y el dramatismo. El Poema que le inmortalizó se titula La Ceiba de mi Pueblo. Es necesario hacer una reflexión interesante sobre la fuente de inspiración que estimuló la poderosa creatividad del poeta. Según la historia en 1612 fue edificada la Iglesia dedicada a San Juan Bautista. En ese año y frente a la recién edificada iglesia, se encontraba una amplia plaza en cuyo centro se encontraba un frondoso árbol de Ceiba (de la cual no existe ninguna fotografía). Se cuenta que durante el día sus gruesas ramas y su amplio follaje creaban una extendida sombra. Probablemente el poeta había escogido sus gruesas raíces como su refugio de inspiración. Eso lo podemos advertir cuando en la primera parte del poema dice:
¡Anciana ceiba de mi pueblo amado
! Si volverá a sonar bajo tus rama,
Sentado en tus raíces muellemente,
A la luz que nos dice “Hasta mañana”

A veces triste, conmovido y loco
Me finjo estar bajo tu sombra escasa
En una de esas tarde voluptuosas
En que se siente, se delira y se ama…
En el siguiente verso, la contemplación espiritual del poeta, nos devela su delicada atención hacia los felices pobladores que jugueteaban en su majestuoso follaje. En el mismo cuarteto, nos devela la decadencia moral de su tiempo, de la cual podremos decir que dicha decadencia, logró rebasar los límites del convencionalismo social de aquel tiempo  y hoy en día, se ha vuelto un estilo de vida, no solamente en Cojutepeque, sino a nivel general.
Las golondrinas que tus ramas pueblan
Son más felices que quien hoy te canta:
Ellas contemplan aquel pueblo mío
Que las ruines pasiones despedazan.
El Poeta nos revela una interesante interacción social de muchachas  que, muy seguro sucedía, por las tardes al pie de la majestuosa Ceiba. Veamos los siguientes versos.
Añosa ceiba! Dime sin en las tardes,
Cuando la luz crepuscular te baña,
Precioso enjambre de morenas lindas
Acude a sonreír bajo tus ramas.

Esas beldades mis amigos fueron,
También entre ellas escogí una hermana
Que me supo alentar cuando moría
El ultimo fulgor de mi esperanza.

Sus labios para mi vertieron mieles,
Y hermanos en el arte y en la patria,
Juntos cantamos, y sintiendo juntos,
La misma nota estremeció las arpas.
El precioso enjambre de morenas lindas, fácilmente se interpreta como un grupo de muchachas, que llegaban a compartir mientras reían y disfrutaban, al pie del benevolente árbol. Además podemos deducir que fue al pie del árbol donde seguramente conoció al amor de su vida la poeta Ana dolores Arias, dicha develación podemos advertirla fácilmente, en los siguientes dos cuartetos.
De lo anterior podríamos concluir que al pie de esa frondosa Ceiba se realizaban actividades sociales entre jóvenes, era por tanto un lugar de referencia de gran importancia para comunicación de los enamorados de la época. Pero la historia es cruel, pues según se conoce, en el año de 1900, uno de esos tantos y malos funcionarios municipales que han gobernado nuestra comuna, ordenó sin motivo aparente la tala del frondoso árbol. Ese hecho, es muy parecido a la tala sin motivo aparente, del frondoso árbol conacaste de casi trescientos años de edad, que se erguía a unos metros de la clínica del seguro social, a orillas de la antigua carretera panamericana; dicho acto de sobrada ignorancia se dio en pleno 2017.
El poeta murió en 1885, lógicamente no fue testigo de la crueldad contra el inocente árbol, y muy probablemente hubiera descrito con dolor poético su vil asesinato. Sin embargo en  sus versos encontramos la premonición del destino fatal de la benevolente Ceiba, y esta la encontramos en el siguiente cuarteto:
Tal vez no existirás cuando yo vuelva!
Y vuelta escombros tu modesta estancia,
Mi padre, mis hermanos, mis amigos…
También en polvo para siempre yazgan!
Esto podría ser alusivo al viaje que era inminente hacia Guatemala. Lugar de donde no volvió, debido a su muerte prematura.
Hoy en día vemos los efectos de esa perniciosa manera de entender el desarrollo de nuestro municipio. La Ceiba, fuente de inspiración de Rafael Cabrera, representa un hermoso símbolo del bosque que rodeaba nuestra ciudad.Hoy en día solamente el recuerdo nos queda de lo que fueron los bosques como las Finca Nacional, Los Infantes, San Antonio, San José, Los Barriere, Diaz Nuila, La India, Sampera entre otras.
El único pulmón que nos queda es nuestro Cerro de las Pavas, del cual tenemos una importante obligación social, para detener su masivo deterioro y promover su protección, aun de los abusos de los malos administradores públicos. De lo contrario nuestro Cerro de las Pavas, podría correr la misma suerte de La Ceiba de mi Pueblo.
Por respeto a la memoria de nuestro poeta le comparto a usted, el poema que lo inmortalizó
La Ceiba de mi Pueblo
Rafael Cabrera
I
¡Anciana ceiba de mi pueblo amado
!Si volverá a sonar bajo tus rama,
Sentado en tus raíces muellemente,
A la luz que nos dice “Hasta mañana”
A veces triste, conmovido y loco
Me finjo estar bajo tu sombra escasa
En una de esas tarde voluptuosas
En que se siente, se delira y se ama…
Allá, a mi izquierda, el encendido ocaso
Pintando flores en cendal de gualda.
Y la ondulada cumbre de los cerros
Perfilándose en fondos de escarlata.
En rumbo opuesto el San Miguel truncado
En tul se vela de azulino nácar.
Cual el genio infeliz de los ausentes
Perdido en el turbio de las distancias.
Allá también el San Vicente adusto
Su majestuosa cumbre dentellada
Engolfa altivo en la región sidérea
Como un sarcasmo a la soberbia humana.
Las nubes ciñen la severa frente
Cual leves copos de errabundas gasas.
Y acaso el yermo de su bronca cima
El campo sea de feroz batalla.
En donde el cóndor contra el cóndor luche
Con curvo pico y prepotentes garras,
Sobre el girón de palpitante presa
De un cóncavo a los bordes disputada!
!Quien sabe si mañana el gran coloso
Conmueva de mi valle las entrañas,
Y al tronar estridente de sus fauces
Se inunde Cuscatlán de ardientes lavas!
!Quien sabe, muda efigie de los siglos,
Si el dulce techo de mi abuela anciana
Vayas a sepultar tonante y fiero
En mar inmenso de encendidas llamas!
Mejor mil veces que arrogante y mudo
Seas del valle esplendida atalaya.
Refrescando tu frente con neblinas
Y haciendo hervir las fuentes a tus plantas.
Que sientas adormirse dulcemente
Al rumor melancólico del aura
La ciudad legendaria en un tiempo
Libertad! Libertad! – clamo a tus faldas.
Y el brazo armado de sus nobles hijos
La fe por guía y por pendón la audacia,
Humillaron la testa del tirano
De los valientes hijos de Tlaxcala …
Y frente a mi … del carcomido templo
La pintoresca mole se levanta,
Donde oraron los padres de mis padres
Ante el altar del tiempo de la España.
El verde llano y el amate umbroso
Donde de niño cándido jugaba,
Y la calle mil veces recorría
En las austeras procesiones santas!
II
¿Si volveré con húmedas pupilas
A contemplar las miserias parasitas
Que nacen, crecen, aman y se mueren
Al calor fecundante de tu savia?
O si juguete de los largos siglos
Que han dejado tus cepas deshojadas,
Te iras a ver muy pronto a sus embates
Sobre el suelo por siempre derrocada?
Las golondrinas que tus ramas pueblan
Son más felices que quien hoy te canta:
Ellas contemplan aquel pueblo mío
Que las ruines pasiones despedazan.
El riente pueblo que me vio en la cuna
y entre alegrías escondió mi infancia;
Que guarda todos mis recuerdos dulces
Y en otro tiempo me brindo esperanzas!
Ellas contemplan revolando alegres
El pueblo aquel cuya ilusión me halaga;
Que no prospera pero siempre bello,
Nido de amores y perfumes guarda.
Ellas le miran cuchicheando alegres;
Yo con húmedos ojos le mirara;
Y tal vez le veré cuando de muerte
Enferma sienta desmayarse el alma!
Si decretado esta, cuando la vea,
Ansiosa acaso la filial mirada,
En vano, en vano de mi abuela busque
Las venerables y apacibles canas.
Bajo las sombras caras y tranquilas
Del techo aquel, donde cuando ella oraba.
Yo, mis alegres tiempos recordando,
Reía con los niños de la casa.
Mi pobre abuela! Si de tu hijo inquieto
Las alegrías muertas retornaran.
Volvería al hogar y de tus labios
Con fe recogería las palabras!
Pero aquellas horribles tempestades
Que oías rebramar en sus entrañas,
Aun rugen con los ecos de la muerte
En las noches funestas de su alma!
Tal vez no existirás cuando yo vuelva!
Y vuelta escombros tu modesta estancia,
Mi padre, mis hermanos, mis amigos…
También en polvo para siempre yazgan!
III
Añosa ceiba! Dime sin en las tardes,
Cuando la luz crepuscular te baña,
Precioso enjambre de morenas lindas
Acude a sonreír bajo tus ramas.
Esas beldades mis amigos fueron,
También entre ellas escogí una hermana
Que me supo alentar cuando moría
El ultimo fulgor de mi esperanza.
Sus labios para mi vertieron mieles,
Y hermanos en el arte y en la patria,
Juntos cantamos, y sintiendo juntos,
La misma nota estremeció las arpas.
Lloroso un día me llegue a sus puertas
Y por última vez deje a sus plantas
Elegiaco cantar de despedida
Porque un hado fatal nos separaba.
Ella me dijo que en la casta lumbre
Que el astro de la noche nos enviara,
Los llantos de la ausencia se unirían
Cual sollozos de tórtolas que se aman.
Yo he cantado las hondas conmociones
Con que la ausencia el pecho nos desangra,
Y han ido hasta el alcázar de la Luna
Mis notas tremulentas y cansadas…
A su recuerdo inmarcesible y santo
Hay cuerdas que mi citara consagra,
Que suspiran el eco de sus himnos,
Y chispean la fe de sus palabras.
Y en su música vaga e infinita
El moribundo corazón empapan,
Y más allá de la vital miseria
!El pensamiento en abstracción espacian!
Di si la has visto ¡ceiba de mi pueblo!
Sentarse y suspirar bajo tus ramas,
Y volviendo los ojos al Poniente,
Verter de penas silenciosas lágrimas.
Y si bañada en rayos de la Luna
La oíste sollozar cual la torcaza
En las frondas calladas de los sauces,
Cuando los sueños su sopor derraman.
¡Ah! Yo la he visto lánguida y tranquila
Descender hasta mí, tímida y blanca
Como el santo candor de la pureza
Y la primera luz de la mañana.
IV
Siempre la veo! De mi mente nunca
Sus encantos purísimos se apartan,
Y me habla en el lenguaje de los dioses
Y me infunde la fe de sus plegarias.
¡Quien pudiera volver a los parajes
En donde tu penosa te levantas,
Y exhalar en el grito de los cisnes
La triste inmensidad de la nostalgia!
Sentir, amar, correr como en los días
De fiesta y placer, luz y fragancias
Que el cáliz de la vida, exuberante
Y lleno hasta los bordes, derramaba!
¡Quien pudiera escalarte y recoger nidos
En infantil dulcísima algazara,
O cortar los capullos y las flores
Con que te adornan miles de parasitas!
¡Quien recorrer pudiera uno por uno
Tanto nido de amor donde dejaran,
El corazón sus poemas de alegría,
Y sus tristezas pálidas en el alma!
Y aparecerse y ver en el paisaje
La de mi madre sombra veneranda,
Y hablarle en el idioma de los niños,
Y esperar y morir al escucharla!
Y quien … al fin ¡oh ceiba de mi pueblo!
Escuchar el sollozo de sus ramas,
Formar con ellas una cruz mortuoria
Y en la fosa dormir bajo plantas!

2 comentarios:

  1. Sergio.
    La aspiración de toda persona que ama el estudio es siempre culminar sus estudios con éxito y grandes méritos que les dé el reconocimiento como los mejores, pero no solo esperan eso sino también que quienes le han acompañado en ese trayecto tan importante les feliciten y les hagan saber lo felices que se sienten por ellos. Quiero felicitarte por tus nuevos logros, una vez más demuestras que todo con esfuerzo vale mucho. Representas nuestro país con mucha honrra. Y es de mi agrado saber que hay alguien a quien yo conoci y poder poner esa figura como un ejemplo a seguir.
    Dios te bendiga hoy y siempre.

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  2. Gracias por tus palarbras. Un abrazo fraterno.

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