En Cojutepeque, antes de que
existiera, YouTube, Facebook, WhatsApp, los cipotes
de principios de la década de los ochenta, únicamente podíamos comunicarnos por
teléfono fijo, el cual era un lujo tecnológico que poseían unos pocos. Era
común por tanto que los adolescentes de esos días, nos reuniéramos en las casas
de nuestros amigos, en donde hacíamos tareas y nos divertíamos hasta tarde. Cuando
salíamos de nuestras casas, lo hacíamos
sin ningún temor, y con total libertad, podíamos caminar desde el Walter Thilo
Deininger, hasta la Estación. En la poderosa década de los ochenta a pesar de
la guerra civil, la juventud cojutepecana fue influenciada por el baile break dance, por lo que era común
encontrar adolescentes, en esquinas o al interior del parque viejo, haciendo
baile competitivo, alrededor de una enorme grabadora de casetes a todo volumen. El entretenimiento casero de esa masa
ochentera de muchachos locos, fue la
televisión, en ese tiempo ya era a colores;
con sobrado placer se disfrutaban series como: Los Magníficos, El auto fantástico, McGyver, Los años maravillosos etcétera.
Otros inventos tecnológicamente mágicos y que revolucionaron la vida de los cipotes
cojutepecanos en esa década, fueron el VHS, los Woodman, las maquinitas de
video juegos, entre otros.
Sin embargo hubo un lugar, que
aunque no fue construido en los ochenta, fue punto de referencia de gran
importancia, en el entretenimiento para jóvenes y viejos de aquel Cojutepeque
que recordamos. Ese lugar fue el Cine Cuscatlán. La primera película en “Premier”, que tuve el gusto de
disfrutar fue La Guerra de las Galaxias Episodio
VI, El Regreso del Jedi, recuerdo que ese día era viernes, y el cine estaba
lleno, con mucha gente de pie en los pasillos; todos queríamos disfrutar la
saga que nos marcó y sigue marcando a las nuevas generaciones. Ese día salimos extasiados
por los adelantados efectos especiales de la película y el día lunes en la
escuela, se convirtió en un grandioso tema de conversación. Fue en el Cine
Cuscatlán, en donde le robé un beso a una compañera de octavo grado, cuando estudiaba
en la Escuela Luis Pastor Argueta. Ese grandioso recinto nos llevó a todos los
espectadores, detrás de Indiana Jones y
Los cazadores del Arca Perdida, El barrendero de Cantinflas, Fantasma en
el Paraíso, Alíen el octavo pasajero,
Depredador, Rambo, El Exterminador, entre otras grandes producciones. Los
días sábados, por la mañana había doble función, en el que se disfrutaban
películas del maestro en artes marciales
Bruce Lee y de otras de menos categoría, sobre el mismo tema; cabe mencionar que las
películas sobre artes marciales influenciaron la creación de escuelas de ese deporte en nuestro
Cojute. Los miércoles a las seis de la tarde, había la función conocida como “Doble sorpresivo, solo para adultos”. En
ese tiempo no existía la Ley Lepina, por lo que no era difícil, colarnos en su
interior, para también ser partícipes del cine procaz y lascivo. No puedo dejar
de mencionar que, fue lugar de graduaciones y eventos importantes de la ciudad.
En fin el Cine Cuscatlán tiene su espacio reservado, en la avalancha de
recuerdo sobre aquel Cojute que, vive en nuestra memoria.
Un día soleado, mientras caminaba por las calles de
la ciudad, pasé frente al Cine Cuscatlán, alguien había dejado abierta la
baranda; sentí la necesidad de entrar y así lo hice, me coloqué en el centro de
la entrada principal, donde antes colgaban las gruesas cortinas color ocre. El
Cine Cuscatlán ahora luce abandonado, casi destruido por los elementos. Ninguna
autoridad se ha comprometido a rescatarlo y el único esfuerzo sincero que,
existe es el de unos muchachos emprendedores de una organización conocida como Fundarte Cojutepeque, quienes han
propuesto directamente al gobierno, rescatar el inmueble y convertirlo en un
teatro, para que el Cine Cuscatlán vuelva a sus días esplendorosos; sin embargo
el silencio en las instituciones solo hace resaltar su nulo interés por hacer
algo en beneficio de la cultura de nuestro municipio. Al ver su aspecto
deteriorado, clavé los ojos en la vieja pared donde se lucia la enorme
pantalla, y por un momento se me dibujaron las luces de aquellas películas que
marcaron mi adolescencia. Sentí melancolía; antes de seguir mi marcha me despedí,
tal como lo haría hacia un viejo y grandioso amigo del cual tengo grandes
recuerdos.
Importante lo que has compartido, haces que los que vivimos esos días recordemos nuestra adolescencia, la nostalgia de momentos que no volverán, me encanta como cuentas los recuerdos.
ResponderEliminarGracias por su comentario. Vale pena hacer un retorno a los años maravillosos.
EliminarYo fui a ese cine de adolescente alli vi papillon, Roki I y II carrie y tantas peliculas buenas
ResponderEliminarEn el año de 1966 fue la graduación de mi 6o.de la Escuela Eulogia Rivas.Yo participe en un acto del grupo de danza bailando El Bolero de Rabel, fue precioso con reflectores de colores. Hubo mas números de danzas. La princesa era representada por Dagmar Poca sangre.
ResponderEliminarTuve la oportunidad de introducirme en el Cine, ya en su decadente aspecto y encontré las maquinas de proyección en un total abandono, realmente un museo una sala de exposición artística seria bueno en el lugar.
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