Hace muchos años, y antes que sucedieran los
dos terremotos del año dos mil uno (enero y febrero), la Alcaldía Municipal de
Cojutepeque, se encontraba en una vieja casona colonial, construida a finales
del siglo XIX, cuya entrada principal tenía
un bonito pórtico elaborado con un fino estilo barroco. Dos puertas de cedro macizo,
hacían un bonito conjunto y permitían el acceso a su interior. Adentro estaba constituido
por un amplio patio y un largo corredor que formaba una letra “L”; en una de
las esquinas y como parte de su ornamento interno, se encontraba una bonita fuente.
Y en sus amplias salas, se distribuían las diferentes oficinas de la administración
municipal. Realmente el edificio era un monumento que representaba la herencia
del gusto arquitectónico de los antiguos cojutepecanos.
En esa vieja casona se desarrollaron los bailes
más importantes en las fiestas patronales, como el baile típico de las fiestas
enerinas. Un viejo cartel escrito a principios de los años setenta y que aún conserva
de recuerdo un viejo cojutepecano, reza de la siguiente manera: "Gran baile de gala en honor a Iris I, Reina
de la Caña de Azúcar a realizarse en los amplios salones de la Alcaldía Municipal,
amenizado por orquesta de los Hermanos Flores y aparatos Shure Cuadrafonicos,
con sus luces, entrada: Caballeros 2 colones, Damas 1 colón”. Además se
celebraron muchos bailes con fines benéficos; así mismo en su patio realizaba
sus ensayos el grupo de danza folclórica "Tonatiuh", el cual
representó a Cojutepeque en varios concursos a nivel nacional e internacional. Siendo también
un espacio ideal para convenciones y
recepciones de todo tipo.
Después de los terremotos del 2001, la vieja
casona sufrió graves daños en su estructura. Debido a eso no había otra salida
que demolerla. Con ese acto, la dirigencia de la administración municipal, en
aquel tiempo, cundida de mercaderes con nula visión cultural, vieron una
formidable oportunidad para traer el “desarrollo” a Cojutepeque y en lugar de
volver a levantar una estructura arquitectónica moderna, que rescatara la memoria
de aquella casona, la cual, ya era la casa del pueblo, pensaron mejor en hacer un
cambio radical. Por lo que en silencio y con hermetismo concesionaron, el
predio baldío a la multinacional Burger King, para que los cojutepecanos fuéramos
“felices” comiendo hamburguesas.
Esos mercaderes de la administración municipal,
sistematizaron la usurpación de espacios públicos, para ser entregados a
multinacionales, pues eso mismo que hicieron con el predio en donde se
encontraba la vieja Alcaldía Municipal, también lo repitieron con la concesión de
un gran espacio del mercado municipal a la multinacional Dólar City, a sabiendas
de la falta de espacios para reubicar a la sobreabundante cantidad de
vendedores ambulantes.
Por ahora el local del Burger King, más bien
parece una enorme lápida en cuyo simiente descansa en el olvido, la casona del
pueblo, aquella de la que solo quedan melancólicos recuerdos. Los constructores
del restaurant, quisieron dejar un recuerdo, por lo que a manera de “adorno”,
colocaron la antigua fuente, de la vieja casona, enfrente del nuevo edificio; para que entendamos que estamos frente a un nuevo colonialismo.
Debemos conservar lo que aún queda de nuestra memoria
histórica, Cojutepeque se lo merece.
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