La primera vez que tuve la oportunidad
de leer el cuento El Aleph, de Jorge
Luis Borges, me pareció una suerte de relato sin sentido, aburrido y carente de
logicidad. En esa primera lectura, y cuando a mitad del relato, apareció la
palabra El Aleph, me imaginé de golpe que podía tratarse de un instrumento
musical. Al final de la lectura, volví a intentarlo y el fracaso fue más
evidente. Decidí dejarlo, pues Borges me desarmó en dos jugadas. Vencido, me
quedé sin darme la oportunidad de un nuevo intento. Es de admitir que cuando
sucedió esa derrota con uno de los grandes literatos latinoamericanos, fue mientras
estudiaba tercer año de bachillerato, a finales de la década de los ochenta.
Con el tiempo y habiendo ganado
madurez y experiencia en la lectura, decidí emprender nuevamente un encuentro
con el enigmático cuento. Al leerlo con una intención más abierta y versátil,
comprendí primeramente, que suceden situaciones extraordinarias, por lo que no
debía considerarlo como una trama de relaciones humanas. Luego comprendí que su
contenido se encuentra encriptado, en un lenguaje simbólico que guarda una
verdad oculta. Al identificar esos
elementos, entendí que Borges, plantea su relato, como la invitación a un juego
de ajedrez, en el cual él, mirando al lector fijamente a los ojos, hace su
primera jugada, esperando que su adversario, demuestre su destreza para jugar y
ganarle en su partida.
Partiendo de lo anterior, haré mi
propio esfuerzo, por dar una opinión sobre los elementos, que encontré en el
cuento El Aleph. Es bueno aclarar que
no pretendo que los argumentos, que diré a continuación sean considerados un
entretejido intelectual de crítica hacia el producto del escritor, pues
simplemente son la opinión de un lector.
Como lo dije anteriormente, el cuento
se encuentra expresado en un lenguaje simbólico, por lo que las cosas que
suceden en el desarrollo del mismo, no pueden considerarse literalmente.
Partiendo de eso se entiende que el lenguaje simbólico del cuento El Aleph, es un conjunto de personas, objetos
e imágenes que se desarrollan en una narración extraña, la cual a simple vista
genera desorientación y carencia de lógica. Pues el objetivo es representar
algo más del lenguaje simbólico, y cuya develación solo puede ser posible,
mediante una interesante tarea de descubrimientos, utilizando en este caso, la
herencia ancestral de la filosofía oriental.
El primer elemento simbólico, que
devela una importante pista para la interpretación general del cuento, es su
nombre. Aleph, es la primera de las
22 letras que conforman el alfabeto hebreo. Las cuales están asociadas al ser
humano pues se les considera que tienen cuerpo, alma y espíritu. Según la
enseñanza de la Kabbalah el Universo fue creado por diez expresiones de Dios,
compuestas por las letras hebreas, que como bloques de construcción fueron las
herramientas para establecer el orden de todo lo creado.
Aleph
es el símbolo de la
unidad, del principio, de la continuidad, de la estabilidad, de la equidad. Es
el nexo entre los mundos superior e inferior, entre la tierra y el cielo, entre
el mundo y el cosmos. Es la potencia de la energía primaria, el origen de todo,
sin principio ni fin. La forma de la letra corresponde a una cabeza de buey con
sus cuernos. Simboliza la fuerza pacífica y la calma, a imagen del instructor
que traza progresivamente los surcos de saber, a semejanza de líneas en el
espíritu de su discípulo para prepararlo al conocimiento.
La letra Aleph Se encuentra expresada claramente en el centro de los
canales intersefiroticos que unen El árbol de la vida, el cual es uno de los
símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo. Está compuesto por 10
esferas (sefirot) y 22 senderos, cada uno de los cuales representa un estado
(sefirá) que acerca a la comprensión de Dios y a la manera en que él creó el
mundo. La Kabbalah desarrolló este concepto como un modelo realista que representa un mapa
de la creación. Se le considera la cosmología de la Kabbalah.
Es bueno decir que el estudio de la
Kabbalah, es extenso y no es el objetivo de esta opinión profundizar en ello,
sin embargo, es en esa ancestral filosofía, donde se basa, gran parte de la
interpretación simbólica del cuento. En ese sentido J.L.Borges era un amplio
conocedor del tema, basta con escuchar la conferencia que ofreció sobre la
Kabbalah entre junio y agosto de 1977.
Partiendo de lo anterior, se debe
entender que el desarrollo de los acontecimientos y sus personajes en el cuento,
son símbolos, que aluden a una verdad sustancial, inmersa en cada uno de
nosotros. Desde esa perspectiva, el cuento sucede como una dramatización de la
conciencia humana. Sobre ese aspecto es pertinente decir que las filosofías
ocultistas de oriente, sostienen que el Ser Humano, manifiesta su pensamiento
por medio de una mente dual. La dualidad es una condición natural en todo el
universo (día-noche, negro-blanco, frío-caliente, mujer-hombre etcétera). En
ese sentido, Jean Piaget (Epistemólogo, psicólogo y biólogo suizo,
considerado el padre de la epistemología genética), manifiesta que la mente se expresa por medio de una
mente concreta, la cual se describe
como la que realiza los procesos básicos de pensamiento, que incluye
observación, comparación, relación, clasificación, que son la base del
análisis-síntesis; la mente concreta mantiene un continuo juzgamiento de su
entorno y su atención esta dirigida a los acontecimientos externos. Por otra
parte se manifiesta también por medio de una mente abstracta, esta se caracteriza por realizar procesos de
reflexión consiente, accede a sus propias representaciones y las modifica; en
la mente abstracta se encuentra la facultad de construir cánones, que abre
camino a la intuición o razón pura, que es la facultad que le permite al hombre
y a la mujer, ponerse en contacto con la mente universal.
Es necesario agregar que la mayoría de
individuos, viven utilizando su cerebro concreto sin poner oídos a la guía
infalible de su corazón, eso los conduce a convertirse en autómatas, actuando
siempre hacia lo externo, lo cual produce
alegrías ficticias y una existencia cargada de experiencias
desagradables.
Al abordar el cuento El Aleph, con un sentido de
interpretación, se puede entender que los personajes son realmente condiciones
de la mente. En el caso del personaje Carlos Argentino Daneri, se pone de
manifiesto el ego de la personalidad fragmentada, que se manifiesta en la mente concreta. Este personaje, es
egocéntrico, histriónico, por lo que no es capaz de reconocer los sentimientos
de los demás, y siempre quiere ser, el centro de atención. Sus asociaciones
mentales están relacionadas con la necesidad de ser considerado un erudito, que
aspira a ser reconocido por su capacidad de conocer muchas cosas y dominar la
expresión poética. Esas son características de la mente, que se encuentra
enfocada en lo externo, en lo finito. Carlos Argentino Daneri, representa el
lado de la mente que se entretiene en ilusiones, que a la postre generan
sufrimientos.
Como contraparte dual a Carlos Argentino Danerí, se presenta Borges, este
personaje, encarna a la mente abstracta;
sus intervenciones mientras platica con Daneri, son lacónicas; la mayor parte
del tiempo lo pasa escuchando, mientras mantiene una actitud de desdeñosa
atención, hacia su verborrea. En sus adentros el personaje Borges, considera
las ideas de Daneri, como ineptas y pomposas, y su poesía la califica de
cacofónica y caótica. En un fragmento del cuento se puede leer “…La locura de Carlos Argentino me colmó de
maligna felicidad; íntimamente, siempre nos habíamos detestado...”
La mente abstracta tiene la disposición de crear ideas originales y
conexión con el mundo inmaterial, que potencia nuestra facultad creativa. Esto
implica la capacidad de cambiar, a voluntad de una situación a otra, de
descomponer el todo en partes y analizar de forma simultanea distintos aspectos
de una misma realidad. La mente abstracta busca la belleza, en el silencio de
la intuición, la cual se desarrolla por medio de disciplinarse y establecer un
equilibrio de los estados mentales. En el relato, vemos que Borges, visita la
casa de la calle Garay, en cada cumpleaños de Beatriz Elena Viterbo, quien es,
un personaje que tiene un importante papel, en la integración simbólica del
cuento, y del cual hablaré más adelante. En cada ocasión que visita la casa,
siempre se presenta con módicas ofrendas de libros. Buscaba la manera de
quedarse el máximo tiempo en la atmosfera de la casa, no para escuchar a
Danerí, sino para sentir la presencia de Beatriz Viterbo, cuya fuerza de
inspiración la vemos maximizada, en la conciencia del personaje Borges. Él
visitaba la casa, para ser envuelto por la presencia de Beatriz, quien
personifica una fuerza invisible que le da razones, para seguir existiendo.
Beatriz Elena Viterbo, es un personaje misterioso, no hay una historia
previa, de la relación amorosa entre Borges y ella, y el escritor nos da la
libertad, para poder imaginarnos posibles escenarios de su amorío. Sin embargo
la manera en como se aborda a Beatriz Viterbo, podría decirse que es una
recreación de la vida de Dante Alighieri (Florencia, c. 29 de mayo de
1265-Rávena, 14 de septiembre de 1321). Según la biografía de Dante, uno de los
acontecimientos más importantes le sucede, cuando conoce a Beatriz, de quien se enamora
perdidamente, ella era una mujer casada, y quien muere de una enfermedad desconocida,
el impacto de su pérdida fue el motivo, para que Dante la exalte, como símbolo
supremo de la gracia divina en su primera obra la Vita nova, y más tarde en su obra maestra, La Divina Comedia.
Si
observamos en el cuento El Aleph,
encontramos pistas que relacionan ambas historias. En primer lugar, el
personaje Borges dice que Beatriz Viterbo, murió de una imperiosa agonía. No se
menciona, la enfermedad que le provocó la muerte, tal como se expresa en la
historia de Dante. En el cuento hay un fragmento, que dice: "... De nuevo aguardaría en el crepúsculo de la abarrotada salita, de nuevo estudiaria las circunstancias de sus muchos retratos. Beatriz Viterbo, de perfil, en colores; Beatriz con antifaz en los carnavales de 1921; la primera comunión de Beatriz; el día de su boda con Roberto Alessandri; Beatriz poco después del divorcio, en un almuerzo del club Hipico; Beatriz en Quilmes con Delia San Marcos Porcel y Carlos Argentino; Beatriz, con el pekines que le regalo Villegas Haedo; Beatriz de frente y de tres cuartos, sonriendo la en le mentón...". Un elemento interesante en este fragmento es la información de que Beatriz Viterbo, fue una mujer casada. En este punto no sabremos, en que momento Borges y Beatriz Viterbo, iniciaron su romance, pues pudieron haber sido amantes, mientras ella estaba casada, tal como sucedió en la vida de Dante, según su biografía. Por otra parte, Dante y el personaje Borges, se enamoran apasionadamente de Beatriz.
En
este caso y siguiendo la corriente de interpretación simbólica que se encuentra
encriptada en la obra La Divina Comedia,
podemos decir que Beatriz Elena Viterbo, representa el alma que no muere, y nos
estimula, al inevitable encuentro con nosotros mismos. Sobre este aspecto es
bueno señalar, que en el cuerpo de doctrina de la Teosofía, el Alma, es
considerada como el principio vital o soplo de vida, es también considerada el
eslabón entre el Espíritu divino del Hombre y su personalidad inferior.
Desde
esa perspectiva, y al integrar los tres elementos; mente concreta (Carlos
Argentino Daneri), mente abstracta (Borges) y el Alma ( Beatriz Elena Viterbo),
podemos llegar a la siguiente conclusión: Nuestro mundo interior tiene una
fuerte influencia de los deseos de la personalidad, la cual es fácilmente seducida por los
atractivos y halagos de la vida material, confundiéndonos en una maraña de
controversias, pues cada uno se entretiene buscando multiplicar goces y
ganancias materiales, que en definitiva son una ilusión generadas por la mente
concreta. Pero en nuestro interior también se encuentran los estímulos que provienen
de una voz balbuceante que nos incita a buscar en nuestro silencio interno, esa
verdad, que está en nosotros y que nos libera de la ilusión del mundo; y que
provienen de una inteligencia superior, eso es, a lo que podemos llamar mente
abstracta. Por otra parte, esa necesidad de transformación se genera desde el alma,
que clama y no es oída, pues estamos entretenidos con el palabrerío, y solo es
escuchada por aquellos que han decidido el emprendimiento, hacia el estado de
la liberación mediante el silencio y la contemplación.
En el cuento, Daneri, lleva a Borges para que
aprecie El Aleth, en esa escena se describe lo siguiente:
“…Carlos entró poco después. Habló con sequedad; comprendí que no
era capaz de otro pensamiento que de la perdición del Aleph.
-Una copita del seudo coñac -ordenó- y te zampuzarás en el sótano.
Ya sabes, el decúbito dorsal es indispensable. También lo son la oscuridad, la
inmovilidad, cierta acomodación ocular. Te acuestas en el piso de baldosas y
fijas los ojos en el decimonono escalón de la pertinente escalera. Me voy, bajo
la trampa y te quedas solo. Algún roedor te mete miedo ¡fácil empresa! A los
pocos minutos ves el Aleph. ¡El microcosmo de alquimistas y cabalistas, nuestro
concreto amigo proverbial, el multum in parvo!
Ya en el comedor, agregó…
-Claro está que si no lo ves, tu incapacidad no invalida mi
testimonio... Baja; muy en breve podrás entablar un diálogo con todas las
imágenes de Beatriz…”
Este dialogo es
interesante, pues Carlos Argentino Daneri, le indica qué debe hacer, para
lograr el estado adecuado de atención y contemplación (La mente debe estar
serena y dirigida al receptáculo de su corazón), para ver El Aleph; además le indica que debe fijar la vista en el decimonono
escalón de la pertinente escalera. El decimonono es el número 19, si sumamos
1+9 =10. Diez, es el número de sefirot (esferas) que tiene el árbol de la vida
de la Kabbalah, además el
número 10, es la expresión de perfección del Ser Humano.
Esto es muy interesante,
pues lo que hace el escritor J.L. Borges, en esta escena del cuento, es una
dramatización de la escalera de Jacob. En Génesis 28:12, dice: Había una escalera que apoyada en la tierra,
su cima llegaba al cielo, y por la que subían y bajaban los ángeles cabalísticos. El sueño de Jacob, es una experiencia
mística, que se revela al hombre que ha comenzado a despertar del mundo de la
ilusión. Esta escalera, es la escalera de su conciencia, que va desde lo más
terreno (desde lo más concreto), hasta lo más alto y abstracto de su ser, y es
la manera más antigua de denominar al árbol de la vida según la Kabbalah. Lo
que el personaje Borges observa, al abrir los ojos, es una experiencia de iluminación,
es un despertar, un darse cuenta, de la verdad imperecedera del infinito. Así
como el Buda, solo puede iluminarse, el que ha recibido suficiente luz, desde
el centro de su propia conciencia, para lograr un nivel superior de intuición reveladora.
Esta Iluminación no la perciben los sujetos que se encuentran debajo de ese
nivel de vibración consiente.
Para finalizar esta opinión, vale decir que la experiencia que el personaje Borges tiene al abrir los ojos, y contemplar el Aleph, es muy parecida a lo que se encuentra en el capitulo 11, del libro sagrado El Bhagavag Gita, el cual se titula "Contemplación de la forma universal":
11:4. ¡Si
piensas que soy digno de verla, oh Señor, muéstrame tu Esencia Eterna, oh Rey
del Yoga!
El Señor
Krishna dijo:
11:5.
¡Contempla, oh Partha, mi Forma, de cientos de caras, de mil aspectos, Divina,
multicolor y multiforme!
11:6.
¡Contempla a los adityas, a los vasus, a los rudras, a los asvins y a los
maruts! ¡Contempla los milagros innumerables, oh Bharata!
11:7.
¡Contempla en Mi Ser, oh Gudakesha, el universo entero —móvil e inmóvil— con
todo lo que deseas ver!
11:8.
¡Sin embargo, en verdad, no puedes contemplarme con esos ojos! ¡Te doy los ojos
Divinos! ¡Mira Mi Yoga Regio!
Sanjaya
dijo:
11:9.
¡Habiendo dicho esto, el Gran Señor del Yoga manifestó a Arjuna Su Forma
Universal,
11:10.
con innumerables ojos y bocas, con infinidad de fenómenos milagrosos e
incontables adornos y armas divinos,
11:11.
ataviada con vestidos y collares divinos, cubierta de aceites aromáticos
divinos, con rostros dirigidos hacia todas las direcciones, completamente
maravillosa, ardiente e infinita!
No hay
duda que J.L. Borges, es un genio del malabarismo filosófico. En este cuento
demuestra su maestría. Gracias querido escritor por tu grandioso legado.
https://www.youtube.com/watch?v=FwK8_HAs4KQ&t=4s
Gracias.
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