Para los amantes de la
literatura, existen grandes libros que requirieron una segunda lectura, y esto
incluye leer comentarios críticos y disfrutar con sobrado placer la película.
Esos libros se convirtieron en puntos de referencia, no solo por su articulada
construcción artística, sino por la capacidad de sintetizar de manera magistral
los dilemas del Ser humano, inmerso en su mundo de contradicciones. Y es
sorprendente la edición de lujo de obras, que fueron escritas doscientos años
antes de Cristo, pues se han constituido en faros, para orientar la navegación
del sincero buscador, hacia la elevada conciencia de transformación que tanto
necesita nuestra humanidad.
Es de entender que de nada
sirven los análisis y comentarios críticos de los “especialistas”, sobre una
gran obra literaria, si antes, no ha existido la intervención honrada del
lector en su profunda intimidad. Y esa intervención del lector debe superar el análisis
literalista, el cual pende de considerar el desarrollo de los acontecimientos,
tal como están escritos, sin lograr atravesar el velo simbólico, que cubre el
sendero que conduce al encuentro de la verdad oculta.
Uno de los recursos que
pueden utilizarse para disfrutar la travesía del héroe en una obra literaria, es
seguir los elementos que se desarrollan en la teoría del monomito, descrito en
las obras de Joseph Campbell. El monomito describe las diversas etapas, que
atraviesa el héroe, y que por lo general se estructuran así: inicia por una
comodidad aparente de aquel, que será elegido para seguir la travesía. Al ser
llamado a la aventura, este muestra desinterés, pero esto cambia al
manifestarse una crisis que genera una caída y lo obliga a seguir la ruta, luego
de sortear los obstáculos y enfrentarse con su antagonista, sale victorioso y
resurge transformado o purificado. Este proceso tan elemental lo vemos
reflejado desde los mitos, cuentos clásicos más simples, hasta las historias
con alto nivel de complejidad.
Pero a ¿Qué travesía, se
refiere la aventura de ese héroe reproducido muchas veces, con distintos argumentos?
No hay duda que se refiere a un viaje interior, que inicia en la conciencia de
cada uno de nosotros, por lo que dentro de cada uno se encuentra un héroe,
esperando el llamado a la travesía, que lo conducirá inevitablemente a su
propia liberación. El héroe interno debe enfrentarse con la legión de
antagonistas, que tienen su fortaleza en el miedo, la culpa y la vergüenza. Esa
travesía nos está esperando a todos, algunos han avanzado en su periplo y en
silencio han alcanzado niveles superiores de conciencia, pero otros se
encuentran acomodados en sus condicionamientos de la personalidad, aturdidos
por los conflictos creados por el mundo errático de los pensamientos y la
influencia del entorno social. Las crisis en la vida, tienen una importancia
vital para movernos hacia estados, que nos vuelven conscientes de nuestra
naturaleza interna y su relación con el mundo externo, sin que este incida o se
vuelva necesario, para mejorar el comportamiento individual.
Es importante mencionar
que, dentro de la travesía del héroe, son comunes algunos personajes que
encarnan simbólicamente aspectos de la conciencia interna del Ser humano. Por
eso es recurrente la presencia de un guía, como iluminador del camino del héroe,
el cual simboliza el Ego superior o la conciencia de cambio. Así como personajes
que, aunque forman parte del grupo que lo acompaña, tienen comportamientos en
el que evidencian sus dudas o denotan cierto extravío de los objetivos del héroe,
lógicamente estos representan la falta de carácter y honradez en entender e
integrar las contingencias de la cotidianeidad debido a los condicionamientos inconscientes
de la personalidad que por lo general desequilibran las relaciones con los demás,
y crean en el individuo un panorama de experiencias desagradables. No faltan los
personajes que otorgan pistas importantes, para alcanzar el objetivo y otros
que ponen trampas, para hacerlo fracasar. Así como la existencia del personaje
oscuro y malvado, que habita en lugares sórdidos y tiene sus propias huestes, y
quien mantiene secuestrada a una princesa o un tesoro de incalculable valor. El
héroe debe enfrentarse decididamente con ese personaje malévolo, que
simbólicamente representa el aspecto oscuro de su propia personalidad. Al
vencerlo y liberar a la princesa o el tesoro, logra la integración de sí mismo.
La princesa o el tesoro, simbolizan el Alma, como fuerza vital que lo empujó a
iniciar el periplo, que inevitablemente lo llevó a su propia redención.
Los aspectos anteriores
podemos identificarlos sin mayor dificultad en los cuentos clásicos. Y no hay
duda que en las grandes obras literarias se encuentran ampliamente
desarrollados. Uno de esos ejemplos, es la Divina Comedia de Dante Alighieri.
Según Dante, Virgilio lo guía para descender por los nueve círculos del
infierno, luego asciende por una montaña que representa el Purgatorio, el cual
es una isla que solamente tiene una puerta. En sus laderas se escalonan
terrazas que significan pecados mortales. Y el Edén florece en la cumbre.
Virgilio, representa un ser superior (Ego superior) que guía a Dante, para que
logre su objetivo. Beatriz es la fuerza transformadora (el Alma) que le nutre
la convicción a Dante. El Infierno y el Purgatorio, es el mundo contradictorio,
creado desde la personalidad egocéntrica en la que viven la mayoría de
individuos, que tropiezan violentamente contra sus propias necedades, que son producto
de la galopante ignorancia.
Otro ejemplo a considerar
es el poema épico La Odisea de Homero, el cual está constituido por
veinticuatro cantos y considerada precursora de la actual novela. En La Odisea,
Se desarrolla la aventura de Ulises, quien después del triunfo en la guerra
contra troya, debe regresar a Ítaca, para lograrlo debe navegar durante más de
diez años enfrentando peligros y desafíos. Este héroe, durante su travesía, es
guiado y protegido por la diosa Palas Atenea (El Ego superior). En su
embarcación lleva una numerosa tripulación que lo acompaña en sus aventuras, en
las cuales se ve enfrentado a monstruos, tentaciones, distracciones y placer
erótico (Condicionamientos de la personalidad). En Ítaca lo espera su hijo
Telémaco y su esposa Penélope (El Alma). Ella es uno de los poderosos motivos
de inspiración, para cumplir su misión.
Y para culminar esta
sucinta opinión, tenemos a Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes. Don
Quijote, inicia una aventura después de volverse loco, por leer muchos libros
sobre caballería, y eso lo inspira a salir y realizar su propia aventura de
caballero. En dicha Aventura lo acompaña Sancho Panza, un hombre ignorante e
ilusionado con la promesa que sería nombrado gobernador de una Ínsula. En este
caso el Ego superior esta personificado en Don Quijote de la Mancha, y Sancho
representa a la personalidad fragmentada y entretenida con la ilusión del
mundo. En el viaje heroico, Don Quijote de la Mancha se enfrenta a varios
desafíos y peligros, en los que existen grandes lecciones éticas y morales.
Dulcinea del Toboso (El Alma), representa el motivo primordial de su travesía.
En la segunda parte y ya casi al final de la obra, don Quijote se enfrenta en
duelo con El Caballero de la Blanca Luna, este lo vence y le ordena borrar de
su mente a Dulcinea de su cabeza. Don Quijote, le pide que le quite la vida,
pues, aunque había perdido el honor, nunca renunciaría a Dulcinea.
De lo anterior puedo
concluir que no hay duda que la vida de cada uno de nosotros es una novela, en
la que a veces nos toca ser héroes y en otras miserables villanos. Volvernos
conscientes, es entender, cuál de los dos aspectos es más evidente en las
relaciones cotidianas, y luego emprender el propio viaje, para lograr la
integración interna, y eso será el cambio que deseamos ver en el mundo.
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