lunes, 3 de junio de 2019

El Salvador es una tumba, y un cielo para los escuadrones de la muerte. Por Sergio Flores




Algunos terroristas que dirigieron y financiaron los Escuadrones de la Muerte y que aún están vivos, pasan desapercibidos y nadie los relaciona con ese doloroso pasado (1960-1992), a pesar de ser figuras reconocidas por raymundo y medio mundo. En los días de aquella gloriosa impunidad del terrorismo de Estado, utilizaron toda su capacidad creativa para darle forma y dinero a esos perversos instrumentos de terror, con el que se protegió con lujo de barbarie su falso nacionalismo. La ambición por proteger sus riquezas, los convirtió en asesinos mejoradores de métodos brutales o experimentadores de nuevas formas de tortura y asesinato. En El Salvador se realizaron las demostraciones más crueles de violaciones a los Derechos Humanos, las calles y los botaderos de basura eran las vitrinas en la que se exhibían, cadáveres flotando en ácido, cuerpos sin cabeza, con los huesos destrozados, mutilaciones sexuales, con los cráneos completamente desprovistos de piel, se podía observar en algunos casos la utilización de maquinaria para destazar reses, exhibiciones terribles de cabezas ensartadas en los postes de los cercos de alambre, o los cuerpos grotescamente colgando en las alambradas, cuerpos partidos por la mitad y otras aberraciones creadas por criminales degenerados. Los dementes asesinos aniquilaron todo lo que oliera a comunistas, y uno de los sectores severamente sometidos al exterminio fueron las comunidades campesinas. Tal como está pasando ahora con las hordas criminales de las pandillas, quienes han migrado al campo a sembrar muerte, terror y zozobra; pero a diferencia de estos criminales, los escuadrones de la muerte, tenían un plan de solución final, para eliminar las protestas sociales que dirigían las organizaciones campesinas de aquel entonces, aplicaron el plan y en el campo se desataron los ríos de sangre, la misma dosis de crueldad, fue aplicada a los obreros y estudiantes organizados. Ahora es un borroso recuerdo, los oligarcas escuadroneros, han sabido manipular mediáticamente el asunto, para que no suene, para que no se diga más. Ellos saben que fue su negocio, ellos saben que tienen las manos empapadas de esa sangre, y tienen el poder para que se clausure todo intento para enjuiciar a los criminales. Es tan omnipotente este poder que la imagen del máximo jerarca que, creó, moldeó, dirigió a los escuadrones de la muerte, y que ordenó el asesinato de san Oscar Arnulfo Romero se le coloca en enormes estandartes y su imagen es motivo de ambientación del partido de los oligarcas escuadronero, y en el interior del local donde celebran sus actos, se encuentra una estatua a la que casi le encienden velas y lo perfuman con incienso. Los oligarcas escuadroneros, lo convirtieron en su santo, pues realmente cuando vivió, ese hombre materializó la conciencia de clase de esos perversos grupos de poder económico. Es bueno reconocer que el partido arena, como expresión de la política organizada de los oligarcas, arrasó en las elecciones, cuando fueron tendencia en preferencias electorales, estuvieron veinte años en el poder, en los que aprovecharon para robar, robar y robar. Pero ahora están en un declive vertiginoso, su bajo nivel de aceptación es una caída libre sin paracaídas. Sin embargo se resisten a bajar a su oscuro santo del pedestal, el cual, para la conciencia nacional e internacional, es considerado un infame asesino. Pero los oligarcas, siguen promoviendo el monumento que ellos mismos, levantaron a su memoria en el municipio de Antiguó Cuscatlán y no pierden oportunidad, para nombrar calles y avenidas, con su nombre, en las municipalidades que administran. Señores oligarcas, el nombre de ese hombre y sus monumentos tienen olor a carne podrida, entiendan, este pueblo ha despertado, y sus santos antropófagos que con su cruzadas criminales, hicieron una tumba de la patria, ya no están aquí. Y como consuelo solamente pueden cantar a todo pulmón su himno partidario que ese asesino les heredó, el cual en una parte, dice: “El Salvador será la tumba…”, esa frase deberían cambiarla por “El Salvador es la tumba…” para los miles de asesinados y desaparecidos que fueron triturados por esos grupos de desalmados y que nunca han sido presentados ante la justicia, a responder por sus horrendos crímenes. Para ustedes “respetables empresarios” que ya están viejitos, y que en sus días mozos se dedicaron a leer pacientemente los informes de sus grupos de exterminio, en donde veían el avance de sus limpiezas comunistas, las cuales se traducían en asesinatos selectivos de dirigentes sindicales y campesinos, humildes obreros, familias enteras y hasta la ejecución de masacres de comunidades, en donde no les importaba asesinar niños, mujeres embarazadas y ancianos… ¡¡¡criminales!!!, y se los digo a gritos, pues lamentablemente nuestro corrompido sistema de justicia, ha propiciado, para que vivan en su cielo de abundancia sin que nadie les mueva el piso y puedan ser llevados ante la justicia para responder por sus crímenes. Nuestro pueblo, no olvidará lo que hicieron con sus hijos, vendrá un día en que sus nombres serán recordados, como lo que fueron realmente. Por ahora, ustedes siguen ahí, y en este próximo quinquenio que inició el uno de junio, sus piezas de ajedres, se están moviendo, pues son expertos en la prestidigitación de la manipulación, para poner las cosas a vuestro favor y sobre todo, para que sus crímenes sigan quedando impunes. San Romero, en su tiempo lo dijo de esta manera:
 “Esta denuncia que se inspira en un positivo “animus corrigendi” y no en un mal espíritu de maledicencia, creo un deber hacerla en mi condición de pastor del pueblo que sufre la injusticia. Me lo impone el evangelio por el que estoy dispuesto a enfrentar el proceso y la cárcel, aunque con ello no se haga más que agregar otra injusticia”


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